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Votemos al Frente de Izquierda

Publicado: abril 20, 2015 en Análisis político
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Los trabajadores del libro nucleados en Tinta Roja tomamos partido en las elecciones de este año votando al Frente de Izquierda y de los Trabajadores. El kirchnerismo ha beneficiado los intereses capitalistas con subsidios mientras desmantelaba o dejaba a la deriva el aparato estatal de la cultura, política que implicó la mayor mercantilización de los bienes culturales y artísticos. La oposición tradicional sostiene los mismos intereses sociales: lo demuestra el pacto que en la Ciudad de Buenos Aires han celebrado el macrismo y el kirchnerismo; negociados inmobiliarios con ropaje cultural, como el Distrito de las Artes; privatización de los teatros municipales y nacionales, como los teatros Colón, Cervantes o San Martín; liquidación de los centros culturales, entre otras políticas comunes. La política oficial en el ámbito de la cultura tanto del gobierno nacional como del de la Ciudad y también en otros ámbitos gobernados por la oposición, como Córdoba o la “socialista” Santa Fe, provoca el vaciamiento de los lugares públicos en beneficio de un circuito privado que uniría economía con cultura. El gran desarrollo del negocio de las industrias culturales, que comenzó con el gobierno de los “progres” Lopérfido, Ibarra y Telerman, continúa actualmente su ruta de negocios de espaldas a las necesidades de los trabajadores.

En el ámbito del libro, la dictadura comercial de los grandes monopolios que se han apropiado del mercado editorial argentino le ha puesto un cepo a la producción cultural del país. Esa situación nos afecta directamente. En principio, coarta nuestra libertad de expresión en cuanto lo que se escribe debe responder única y exclusivamente a la voracidad mercantil de las editoriales, y deteriora nuestras condiciones de vida y trabajo porque los pulpos manejan a su arbitrio contratos, porcentajes y liquidaciones.

Ese estado de cosas nos coloca ante la disyuntiva de aceptar el atropello patronal o aceptar la marginalidad. Por debajo del negocio de las grandes editoriales subyace un riquísimo mundo cultural que se desenvuelve como puede, casi clandestinamente. Esa es la peor consecuencia de esta pseudo-cultura del mercado instaurada por las multinacionales del libro, porque afecta ya no a los escritores sino, básicamente, al pueblo trabajador. Lo que la población lee, o qué libros pueden consumir los hijos de los trabajadores, es decidido por un puñado de pulpos en la feria de Frankfurt, donde se resuelven los grandes negocios editoriales, o en la Feria del Libro de Buenos Aires, donde se anudan los negocios más pequeños (y los no tanto).

En defensa de los pulpos y de la concentración monopólica opera en la Argentina una Ley del Libro, que ha creado además un Instituto Nacional del Libro con la función de perseguir a los lectores con el Código Penal y la policía (considera delito fotocopiar un libro o difundirlo sin permiso de las corporaciones editoriales, lo cual podría afectar incluso a las bibliotecas), sin defender en nada a los autores sino a las patronales. Macri, por su parte, organiza con bombos y platillos “noches de librerías” mientras cierra y reprime centros culturales para favorecer la privatización de la vida cultural.

Es una necesidad urgente el que la producción editorial argentina, como toda nuestra producción cultural, obedezca a las necesidades de nuestro pueblo, y no a los negocios de un puñado de imperialistas que se han adueñado de los grandes circuitos de la palabra escrita. En defensa de la libertad de expresión y de la libertad cultural de la población, es imperioso terminar con la dictadura de los pulpos y poner la política editorial en manos de los trabajadores y de los autores.

Sin embargo, ese problema no puede resolverse dentro del mundillo editorial ni por la simple acción de los escritores, de los involucrados directamente en la cuestión. Es necesaria una transformación radical de la sociedad argentina, la reconstrucción nacional sobre nuevas bases sociales, políticas y económicas. Por eso los escritores firmantes votamos al Frente de Izquierda. Porque esta ha sido, en efecto, una “década ganada” para los monopolios también en el mercado editorial, devorado en los últimos años hasta quedar dominado por no más de dos o tres pulpos multinacionales. Y si algo distinto se puede esperar de la oposición patronal, será para peor. Macri, Massa o Scioli son representantes directos de las grandes corporaciones (no solo de las editoriales, por supuesto), y solo tendremos de ellos tarifazos y un mayor sometimiento. Entretanto, el centroizquierda, el llamado “progresismo”, es otro vacío político e intelectual, con sus intentos por “humanizar” un capitalismo que, en su decadencia, es bestial por definición. Y donde ese centroizquierda gobierna, como en Santa Fe, lo hace al servicio de la oligarquía sojera, además de haber entregado la provincia al narcotráfico.

Votamos por el Frente de Izquierda y tomaremos parte activamente en la campaña electoral porque entendemos que el mundo de la cultura necesita, como toda la Argentina, una dirección obrera y socialista, una salida revolucionaria como inequívocamente la ofrece el Frente de Izquierda. Convocamos a los trabajadores de la palabra escrita a incorporarse a esta batalla ¡Vamos con el Frente de Izquierda!

Tinta Roja (Frente de Trabajadores del Libro)